LA AVENTURA COMIENZA
CUANDO
POR AMOR
TENEMOS EL VALOR DE ENFRENTAR LA VIDA


todos podemos tener un momento de duda

27 enero, 2008

la rabia me mata


La mirada pérdida me anuncia un desenfreno, pero no me lo espero.
Recatadamente actúo e intento hacerlo sin ofender a los demás, respetándolos.


A mi manera.


De la forma en que yo quiero.


¿y si de pronto no encaja?


¿y si quizás mis acciones hacen horrores?


o convierten la estabilidad de una persona en locura y celos.


En agresión y rabia.


Y la rabia se transmite y se siente como cuchillos.


Alguien aprieta el gatillo


y en medio de risas, tragos y una noche sin estrellas de sábado


la rabia se deja caer en el vacío


y se agita


y me agita


y nos agita


y nos mueve y grita dentro de ti mismo


y te empuja


y te frunce el ceño y no es fácil que vuelva a su lugar habitual.



Es que la libertad deja de serlo y se rompe. Un comentario está bien, y no es crítica, pero sí apuñala, porque atenta en contra de una libertad inmune al organismo, al ser, al sentir, al actuar. Va en contra de toda espontaneidad.


Si no puedes cambiar, no lo quiero.


Si no dejas de hacerlo, me voy.


Te vas.


Nos vamos.


Y el silencio nos arrastrará, vestidos de negro intenso, por torrrentes vertiginosas, pero no importa.


Caeremos en la intriga de la soledad y el silencio quizás nos golpee fuerte.



La libertad se esfuma en un momento y la rabia se apodera del sentir.


Algunos pájaros cantan en la madrugada cálida, aunque quizás con un poco de frío, donde no pasan autos y sólo se escucha el motor enloquecedor de ese auto.


Grito y no me escucho.


Grita y no se escucha.


Y la molestia se hace presente y no pretende irse tan fácil.


Si no dejas de hacerlo, me voy junto al viento y el silencio.


Y con la rabia y las lágrimas golpeando mi pecho, pienso.


¿Cómo dejar de hacer algo innato?


¿Cómo se modifica la connaturalidad?



Transemos, pero no siempre se puede. La esencia se queda. La esencia no muere.


Mi alma sigue de pie, y lo hace como lo ha hecho toda su vida.


Totalmente invariables, mis actos se vuelven cuchillos para algunos


y para mí, son sólo simplezas, espontaneidades.


No soy inmune.



Y mientras las lágrimas se petrifican en mi rostro, cierro los ojos y desisto de llorar. Dejo de hacerlo, pero a la mañana siguiente la rabia sigue y la incomprensión también.


Estoy harta de la rabia maldita, es como una droga o una enfermedad.


La ventana me muestra un panorama inmenso y dentro de mí, el cólera.


Me azota y me arrastra, y me cambia la mirada.


Intensa. Fría.


Segura.

SUEÑO

EN UN SUEÑO SUMERGIDO