La mirada pérdida me anuncia un desenfreno, pero no me lo espero.
Recatadamente actúo e intento hacerlo sin ofender a los demás, respetándolos.
A mi manera.
De la forma en que yo quiero.
¿y si de pronto no encaja?
¿y si quizás mis acciones hacen horrores?
o convierten la estabilidad de una persona en locura y celos.
En agresión y rabia.
Y la rabia se transmite y se siente como cuchillos.
Alguien aprieta el gatillo
y en medio de risas, tragos y una noche sin estrellas de sábado
la rabia se deja caer en el vacío
y se agita
y me agita
y nos agita
y nos mueve y grita dentro de ti mismo
y te empuja
y te frunce el ceño y no es fácil que vuelva a su lugar habitual.
Es que la libertad deja de serlo y se rompe. Un comentario está bien, y no es crítica, pero sí apuñala, porque atenta en contra de una libertad inmune al organismo, al ser, al sentir, al actuar. Va en contra de toda espontaneidad.
Si no puedes cambiar, no lo quiero.
Si no dejas de hacerlo, me voy.
Te vas.
Nos vamos.
Y el silencio nos arrastrará, vestidos de negro intenso, por torrrentes vertiginosas, pero no importa.
Caeremos en la intriga de la soledad y el silencio quizás nos golpee fuerte.
La libertad se esfuma en un momento y la rabia se apodera del sentir.
Algunos pájaros cantan en la madrugada cálida, aunque quizás con un poco de frío, donde no pasan autos y sólo se escucha el motor enloquecedor de ese auto.
Grito y no me escucho.
Grita y no se escucha.
Y la molestia se hace presente y no pretende irse tan fácil.
Si no dejas de hacerlo, me voy junto al viento y el silencio.
Y con la rabia y las lágrimas golpeando mi pecho, pienso.
¿Cómo dejar de hacer algo innato?
¿Cómo se modifica la connaturalidad?
Transemos, pero no siempre se puede. La esencia se queda. La esencia no muere.
Mi alma sigue de pie, y lo hace como lo ha hecho toda su vida.
Totalmente invariables, mis actos se vuelven cuchillos para algunos
y para mí, son sólo simplezas, espontaneidades.
No soy inmune.
Y mientras las lágrimas se petrifican en mi rostro, cierro los ojos y desisto de llorar. Dejo de hacerlo, pero a la mañana siguiente la rabia sigue y la incomprensión también.
Estoy harta de la rabia maldita, es como una droga o una enfermedad.
La ventana me muestra un panorama inmenso y dentro de mí, el cólera.
Me azota y me arrastra, y me cambia la mirada.
Intensa. Fría.
Segura.
4 comentarios:
Fue una coincidencia llegar hasta aquí.
Usted no debe saber quien soy, y bueno, yo tampoco sé bien quien es usted, en realidad solo sé que estudiamos en la misma universidad.
Nunca la pensé así, escribiendo, y que bueno que lo haga.
Con respecto a lo que escribe, lo he sido y no puedo escribir más qué...
-" Nada personal, naturaleza humana"-
eso es todo
la leeré
Adiós
"Transemos, pero no siempre se puede. La esencia se queda. La esencia no muere."
cómo vez mi esencia?
en la oscuridad de esta trizteza veo en mis profundidades, reflejándome en cristales de lágrima.
qué es la esencia? qué es qué. revisé en mis profundos mares y en mis arrinconados recuerdos, y no encontré sino a un ser doLido y caído; profundamente lastimado por la negra sorpresa; paranóicode sí; impotente de nacer en este presente; acribillado por la maldita sorpresa, con la bota tiranizante de la decisión final.
pero hay un respiro, porque hay amor
pero hay un detalle observado hoy que me hizo sonreír
pero sigue estando la misma capacidad infantil de asombro. aún hay inocencia en estos profundos mares, pero por sobre todo aún estoy con el alma tranquila, esperando que Kronos haga su misterioso, y a veces cruel, trabajo.
Aristo
hoy también te busqué.
la sociedad no nos aplastó
siempre fuimos "algo-raro e incomprensible" para la sociedad
algo que adoraban y temían
la sociedad no nos aplastó
la falta de coraje
el nihilismo
la nada
la apatía absoluta
el asco al compromiso
el rechazo a creer la invensibilidad
de lo nuestro...
fue lo que nos aplastó
el vacío
la nada que se esfuma
y te adormece
sueve canto de sirena
te congela
te seca
te petrifica
te aplasta
oye es terrible eso de la rabia
como estai claudia?
aparte de rabiosa?
:*
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