No puedo dejar que la respuesta no fluya.
Al leer y percibir, un escalofrío recorre mi cuerpo.
Es que no me puedo quedar con las palabras atragantadas.
¿Acaso te haz olvidado de quién soy?
Tengo un filtro.
Lo aprendí del tiempo.
Lo aprendí del viento.
De tú.
De los momentos de excelencia junto a tus ojos.
De las experiencias de mi niñez.
No te acuerdas de mi esencia.
Crees que soy capaz de confiar en todas las personas.
No te acuerdas de mi esencia.
¿Sabes quién soy?
El tiempo me ha enseñado.
He aprendido a distinguir a las brujas de este decorado artificial.
Conozco sus respuestas de cartón.
Sus maniobras falsas.
Su mundo iluso.
Pero los respeto.
Comparto.
y no elijo el camino solitario.
He aprendido a descubrir a quienes entregan manzanas podridas.
Sigo sintiendo.
Sigo siendo yo.
Disfruto de los detalles como siempre.
Me doy cuenta como pocos de los mensajes que entregan las amarillas hojas
cansadas.
Soy lo que quiero ser.
No he olvidado el sentir.
No dejé atrás lo sublime.
Cada momento vale.
Sé, desde mucho antes, que no hay que atribuirle sentido demasiado pronto a las personas.
Siento una conexión con ciertos seres diferentes, y ¿sabes?
son pocos.
Son mis amigos.
Son mis tesoros.
Son algunos.
Son personajes de verdad.
De cuerpo y alma.
Ellos son solo cuerpo, y no me importan.
Tan sólo comparto.
Es que me apena cuando leo y descubro que para ti puedo ser un ser-social.
Jamás dejaré de ser esa mujer de la que hablas.
Aquella que
arriesga
descubre
y siente.

Mírame. Soy yo.
Siem-pre he sido yo.
¿Sabes?
Conozco a los mountros de papel.
Sé discrimar.
No soy una semilla.
Soy social, pero sigo sintiendo.
Sigo manteniendo mi esencia sublime.
Mi forma de ser no cambia. No se ha esfumado.
Es que acaso no te haz dado cuenta de mis ojos...