Una noche fría acompaña. La chimenea abriga el cuerpo, que tirita. El reloj en la pared indica la hora con su tic-tac intenso. La música de las olas acompaña la soledad de la casa. En el cielo, las nubes se conectan con la luna llena.
Sobre la mesa hay un libro, antiguo. Lo tomó y lo hojeo. Respiro hondo y comienzo a leer. Me distrae el café cargado que está servido y una cajetilla con cigarros.
Hay algo que me inquieta levemente. No sé qué es, pero intriga. Dejo de leer y miro por la ventana. No hay nada. Me asusto. La oscuridad nunca me agradó. Hay mucho viento y va en contra de todo. Las ramas de los árboles chocan con los vidrios y me estremezco.
Tranquila, me relajo. Tomo la chaqueta que estaba en el colgador y salgo. Es otoño y comienzo a pisar las hojas amarillas suicidas. Crujen como galletas.
Miro para todos lados: cautelosa. Hace frío, pero no cuela los huesos. Lo puedo aguantar. La noche es negra absoluta, pero la luna cobija y acompaña.
El cielo entiende que mi alma se conecta con la naturaleza. No dejo de escuchar el mar que juega a reírse de todo y de nada.
Hay un aroma fresco. Los ojos un poco llorosos por el frío soportable impiden que distinga bien. Trato de observar y encuentro muchos eucaliptos. Se ha dibujado una sonrisa agradable en mi cara. Encuentro una piedra que parece cómoda. Me siento y prendo un cigarro, el último.
Sobre la mesa hay un libro, antiguo. Lo tomó y lo hojeo. Respiro hondo y comienzo a leer. Me distrae el café cargado que está servido y una cajetilla con cigarros.
Hay algo que me inquieta levemente. No sé qué es, pero intriga. Dejo de leer y miro por la ventana. No hay nada. Me asusto. La oscuridad nunca me agradó. Hay mucho viento y va en contra de todo. Las ramas de los árboles chocan con los vidrios y me estremezco.
Tranquila, me relajo. Tomo la chaqueta que estaba en el colgador y salgo. Es otoño y comienzo a pisar las hojas amarillas suicidas. Crujen como galletas.
Miro para todos lados: cautelosa. Hace frío, pero no cuela los huesos. Lo puedo aguantar. La noche es negra absoluta, pero la luna cobija y acompaña.
El cielo entiende que mi alma se conecta con la naturaleza. No dejo de escuchar el mar que juega a reírse de todo y de nada.
Hay un aroma fresco. Los ojos un poco llorosos por el frío soportable impiden que distinga bien. Trato de observar y encuentro muchos eucaliptos. Se ha dibujado una sonrisa agradable en mi cara. Encuentro una piedra que parece cómoda. Me siento y prendo un cigarro, el último.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario