Cuando la sensibilidad llega al alma, y destruye los huesos el terrible descubrimiento del dolor, se oprime el pecho. Se rompe la palabra.
Se contiene el deseo de gritar, de llorar. Se convierten en espasmos dolorosos, fríos, secos, crudos. Hasta que revienta el alma en una lágrima contenida.
En varias lágrimas que no habían sido percibidas. Se descubren nuevas escenas, nuevos momentos. Aparece la maldita duda siempre. Nunca se había ido.
Pensamiento erróneo.
No importa.
No es lo único.
Vale más lo aprendido, la experiencia. Llegó el momento de aplicarla. De hacerla partícipe. De seguir creciendo.
Puñaladas en la espalda que te invitan a seguir aprendiendo. Te invitan a cambiar por uno.
Por los demás, por la armonía. Por el todo.
Todo es empezar.
Estar solo fortalece, pero hasta dónde. Por cuánto tiempo.
Hasta qué límite.
La soledad también mata.
Envenena como la soberbia del resto, como el egoísmo de otros, como la hipocresía de cualquiera ante la diferencia.
Ante ese maldito detalle.
Florece la mentira, la cruel y vil mentira.
No importa. Todos siguen siendo marionetas de un mundo de plástico.
La diferencia la marca uno.
Siempre aflorará el prejuicio:
No te conozco.
No me importa.
Pisoteo.
Pisotean.
Son pocos los que realmente brillan en la oscuridad de mentes siniestras.
Más vale tener en cuenta todo esto, que vivir amarrado a una triste realidad de cartón.
Pegado a un melancólico mundo de fanstasía.
Aprendamos a abrir los ojos y a saber con quien estamos conversando.
A saber con quien estamos compartiendo.
Siempre mira a los ojos y date cuenta.
Las lágrimas sirven.
Sobrevive ante todo.
Lucha.
No te rindas.
No caigas.
No dejes que tus ojos derramen lágrimas por quienes blasfeman.
Sonríe.
Sé tú mismo, pero aprende.
Aprende de cada error.
Disfruta.
Crece.
Ama.
Respeta.
Se contiene el deseo de gritar, de llorar. Se convierten en espasmos dolorosos, fríos, secos, crudos. Hasta que revienta el alma en una lágrima contenida.
En varias lágrimas que no habían sido percibidas. Se descubren nuevas escenas, nuevos momentos. Aparece la maldita duda siempre. Nunca se había ido.
Pensamiento erróneo.
No importa.
No es lo único.
Vale más lo aprendido, la experiencia. Llegó el momento de aplicarla. De hacerla partícipe. De seguir creciendo.
Puñaladas en la espalda que te invitan a seguir aprendiendo. Te invitan a cambiar por uno.
Por los demás, por la armonía. Por el todo.
Todo es empezar.
Estar solo fortalece, pero hasta dónde. Por cuánto tiempo.
Hasta qué límite.
La soledad también mata.
Envenena como la soberbia del resto, como el egoísmo de otros, como la hipocresía de cualquiera ante la diferencia.
Ante ese maldito detalle.
Florece la mentira, la cruel y vil mentira.
No importa. Todos siguen siendo marionetas de un mundo de plástico.
La diferencia la marca uno.
Siempre aflorará el prejuicio:
No te conozco.
No me importa.
Pisoteo.
Pisotean.
Son pocos los que realmente brillan en la oscuridad de mentes siniestras.
Más vale tener en cuenta todo esto, que vivir amarrado a una triste realidad de cartón.
Pegado a un melancólico mundo de fanstasía.
Aprendamos a abrir los ojos y a saber con quien estamos conversando.
A saber con quien estamos compartiendo.
Siempre mira a los ojos y date cuenta.
Las lágrimas sirven.
Sobrevive ante todo.
Lucha.
No te rindas.
No caigas.
No dejes que tus ojos derramen lágrimas por quienes blasfeman.
Sonríe.
Sé tú mismo, pero aprende.
Aprende de cada error.
Disfruta.
Crece.
Ama.
Respeta.
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